Historias de Recuperación escritas

Historias de Recuperación

Leer las historias de recuperación de otros nos recuerda del trabajo que emprende cada uno al estudiar los Pasos y las Tradiciones. ¿Qué le trajo a Codependientes Anónimos? ¿Qué beneficios ha recibido del programa para codependientes? Si desea que su historia se publique, por favor envié la misma, usando 500 palabras o menos, a espanol@coda.org

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Historias del desarrollo de CoDA en Diferentes Partes

Historia de CoDA en Chile


REFLEXIÓN SOBRE LOS LEMAS

Practico la gratitud./Tomo una actitud de agradecimiento.

Para sentirme agradecido(a), primero necesito confiar.

En la mañana decido qué clase de día voy a tener.

Lo que no se comparte se pierde.


Tuvieron que pasar algunos años trabajando el programa de CoDA ? por lo menos cinco?, antes de que yo empezara a entender de qué se trataba ese asunto de la gratitud y su importancia para mi proceso de recuperación.


Como yo llegué a los Doce Pasos tan lastimada ?después de 45 años de cargar un gran sufrimiento sin saber cuál era su causa ni cómo quitármelo de encima? “agradecer” era algo que no formaba parte de mis planes: no iba a perder el tiempo en eso cuando lo que yo necesitaba era parar el dolor que me estaba matando. Cuando mi sabia madrina me propuso que empezara a dar las gracias, confirmé, según yo, lo que siempre había sospechado… que la pobre mujer estaba loca de remate.

¿De qué iba yo a dar gracias? ¿De mi desamparo, del sentimiento de abandono, de mi soledad, de mis fracasos de pareja, de la ira de los que me rodeaban? De, de, de… bla bla bla…


Sin embargo, en ese momento ya yo tenía algo que agradecer: mi actitud de rendición ante el dolor que me atravesaba, mi humildad para ir a un grupo de Doce Pasos a buscar ayuda, y mi obediencia o acatamiento a todo lo que el programa de CoDA y esa señora me indicaban, aunque pareciera no tener sentido. Así que puse manos a la obra. Ok, yo iba a decir gracias todos los días. ¡Qué lejos estaba en ese entonces de la comprensión del verdadero sentido de la gratitud!


Pero bueno, en estos cuartos también he aprendido que todo proyecto se empieza por un primer paso, que la recuperación es un camino, no un suceso; que para llegar tenía que vivir el día a día (después comprendí también que no necesitaba llegar a ninguna parte, pero esa es harina de otro costal).


Desde luego, acaté las recomendaciones de leer los textos sobre la gratitud y ahí me topé con otra sorpresa: también debía agradecer lo que no me gustaba. ¡Dios mío!, ¿otro poco de locos recomendando otra locura todavía más grande? ¿Agradecer mis fracasos matrimoniales?

¿Agradecer que solo había sabido vincularme con hombres abandónicos e inaccesibles?

¿Agradecer que hubiera tenido que criar a tres hijos sola? ¿Agradecer que por décadas hubiera tenido que tener dos y tres trabajos al mismo tiempo? ¿Agradecer que no hubiera podido estar cerca de mis hijos en su niñez y adolescencia debido a mis múltiples empleos? Por favor… exactamente eso es lo que eran: otro poco de locos. Y yo, la peor de todos por considerar la posibilidad de hacer lo que recomendaban esos “iluminados”. Pero bueno, la guía del Tercer Paso sentenciaba “¿Qué tienes que perder además de tu miseria?” Así que volví a la carga con la obediencia. Decidí otra vez confiar en que si les funcionaba a otros miembros a mí también podría funcionarme. Y volví a la carga.


Algún tiempo después me di cuenta de que estaba empezando a disfrutar la práctica de la gratitud en todas sus formas, desde un simple “Gracias, que tenga buen día” al chofer del bus, hasta gracias por el funcionamiento de mis esfínteres o porque entiendo que no tengo ningún control ni poder para curar a un nieto enfermo; gracias porque los comentarios y las agresiones de mi madre todavía me lastimaban, gracias por esos hombres que no pudieron respaldarme con la crianza de mis hijos, gracias porque nací en un hogar tan pobre, gracias por todo aquello de lo que he carecido. Todo, de pronto, se transformó en motivo de gratitud. Las personas que según yo me habían traicionado o herido se convirtieron en mis maestros, la enfermedad en motivo de fortaleza, las frustraciones en peldaños hacia la sabiduría, la sombra en conocimiento, la amargura en paz, el enojo y el resentimiento en serenidad...


Mis numerosos minutos en reuniones y vivencia del programa me han enseñado que este regalo, al igual que todos los que aquí he recibido, si no lo paso a otra mano lo pierdo. Así que en la actual etapa avanzada (pero no final) de la gratitud trato de compartir este conocimiento espiritual con mis compañeras y de practicarlo en todos mis asuntos.


Lo que intento decir es que, en el día a día, he podido vincular estos cinco lemas: cuando desde que abro los ojos tomo una actitud de agradecimiento, alisto la herramienta principal para decidir qué día voy a tener; entonces doy gracias por todo y por todos, luego doy de lo que tengo a los que me rodean y me doy cuenta de que, efectivamente, para agradecer, primero necesité derrotarme, entregarme y aprender a confiar.


Los lemas son una poderosa herramienta para vivir el “Solo por hoy”.

(Pasos donde la gratitud es un principio espiritual: IX, X, XI).

Liceth, Un Día a la Vez, Costa Rica - 15.1.19